jueves, 12 de marzo de 2009

PROPUESTA DEL PARTIDO COMUNISTA PARA ENFRENTAR LA CRISIS

PROPUESTA DEL PARTIDO COMUNISTA PARA ENFRENTAR LA CRISIS

 

Este documento se  hace llegar a las fuerzas políticas interesadas en promover el intercambio y el aporte de ideas, ante la severísima crisis que ha estallado en el corazón mismo del capitalismo mundial, de modo de analizar en común sus alcances, las repercusiones en América Latina y la Argentina y las posibles respuestas a vertebrar. La conmemoración en estos años del Bicentenario de la Independencia Latinoamericana es un buen motivo de unidad en torno de las banderas que levantaron nuestros libertadores.

Consideraciones

 Queda dicho que la crisis ha estallado en el propio centro del sistema dominante: los Estados Unidos. Desde allí se expande a todo el mundo a través de las infinitas redes financieras, comerciales, corporativas, mafiosas y de todo tipo que se construyeron durante largo tiempo y se potenciaron en los años del neoliberalismo duro que marcó la década del '90.

 Consideramos que no se trata de una crisis más de las tantas que afectaron cíclicamente al sistema capitalista mundial casi desde sus inicios. Ni siquiera se asemeja a la más traumática y famosa de ellas: la de los años 1929-1930, porque hoy el volumen del Producto Bruto Interno de los EE.UU. es mucho mayor, así como las desmesuradas magnitudes económicas virtuales que transitan los circuitos financieros. La crisis financiera y económica se expande en simultáneo con otras crisis que afectan al Imperio y al capitalismo todo: la  ecológica, la alimentaria, la militar, la de dominación, la de representatividad política, etc.

 No creemos estar ante una inmediata implosión del sistema, pero sí ante una fase avanzada de su proceso de decadencia y de pérdida del liderazgo hegemónico de los EE.UU. como única superpotencia global y avizoramos un período de turbulencias que no será corto.

 Por otra parte, los intelectuales orgánicos del capitalismo expresan hoy otra crisis, acaso tan peligrosa como las mencionadas anteriormente. Es una crisis de percepción, emanada de su sentido de clase, que les impide acertar con las medidas adecuadas para salvar al sistema en su conjunto.

 Los llamados "planes de rescate", en rigor verdaderos operativos de superconcentración de activos financieros y de la riqueza en aún menos manos de las que los tenían, no sólo no resolverá esta mega crisis sino que la alimentará y la prolongará.

 Desde el siglo XIX la Argentina está inserta en las redes de producción, circulación y distribución del capitalismo y este hecho hace que no podamos considerarnos dentro de una cápsula que nos preservará de los efectos terribles de los actuales desequilibrios internacionales. Por el contrario: la economía argentina se volvió, a partir de los '90, más y más dependiente del capitalismo global. Fue precisamente la lógica de la subordinación al modelo transnacional del neoliberalismo, con sus organismos de control y dictado de políticas, la que llevó a nuestro país al precipicio de diciembre de 2001 y al derrumbe del que aún no se ha recuperado, pese al período de "bonanza" producido por los altos precios de los commodities, petróleo y soja principalmente, pensamos que la hora reclama un debate a nivel nacional sobre el rumbo adecuado para enfrentar la situación, por fuera del culto neoliberal a la "mano invisible y autorreguladora" del mercado o la apelación a teorías  que solo pondrían algunos parches sin resolver las cuestiones de fondo.

 Propuestas

 A nuestro juicio, esta emergencia requiere de un plan de acción que se articule tras  cuatro ejes centrales: la integración latinoamericana, la distribución de la riqueza, la recuperación del patrimonio nacional y como cuestión central la urgente y efectiva promoción a todas las formas de economía popular y social.

1. Con la integración latinoamericana en el plano económico-político a través del Mercosur, de la UNASUR, del Grupo de Río, de la puesta en marcha del Banco del Sur, y de una asociación con  el ALBA y el Tratado de Comercio de los Pueblos; de la utilización de nuestras monedas en las transacciones bilaterales apuntando a una moneda común, de la concreción de los proyectos energéticos y comunicacionales como TeleSur, de la construcción de un sistema de vías navegables, redes aéreas y ferroviarias a nivel regional  y la recuperación de las que teníamos a nivel  nacional y, en fin, de la creación de toda clase de mecanismos de integración que tiendan a unificar económicamente toda la región con articulaciones laborales, cognitivas, productivas desarrolladas en cada país, podríamos atemperar los efectos de la mega crisis que sufre el mundo.

 2. Con la distribución de la riqueza, es decir, con el aumento de los salarios, las jubilaciones y pensiones para todos; con una verdadera reforma impositiva que haga realidad el principio de progresividad (que paguen más los que más tienen, que paguen menos los que menos tienen y que no paguen nada los que no tienen nada), con la creación de instrumentos estatales que permitan orientar y controlar el comercio exterior de granos, carnes y energía, de modo tal que la renta de la tierra y el subsuelo no sea objeto de la especulación financiera y factor de poder de los grupos económicos, sino que sirva para promover el bienestar popular, la igualdad, la justicia y la soberanía nacional, con la repatriación de capitales, etc., podremos avanzar hacia un cambio del actual modelo productivo, sojero, de exportación de materias primas, e intentar construir un modelo de producción que parta de satisfacer las necesidades populares con un fuerte mercado interno.

 3. Con la recuperación de la plena soberanía del Estado sobre el patrimonio nacional enajenado y  nuestros recursos naturales, lograríamos poner a disposición de un desarrollo nacional armónico, y disfrutable por todo el pueblo, la renta de la cual hoy se apropian en su mayoría monopolios extranjeros que trasladan sus grandes ganancias a las metrópolis del norte. El petróleo, el gas, la minería, las empresas de servicios públicos malvendidas en los `90, deben volver a estar al servicio de la sociedad y no del afán de lucro y de las especulaciones de compañías transnacionales.

4. Por último, pero lo más importante, como herramienta de acción directa sobre la crisis, tomar enérgicas  medidas de promoción de la economía popular y social lo que requiere entre muchas otras cuestiones potenciar el rol de la pymes, principal fuente creadora de empleo en la Argentina (60% del total). Desarrollar amplias líneas de crédito, ventajas impositivas  y un plan sistemático de promoción tanto del mercado interno como externo, decidido apoyo a las cooperativas tomadas como el vasto movimiento que son, en todos sus rubros: productivos, industriales, agrarios y comerciales, impulsándolas como aporte a una nueva cultura de producción social en nuestro país. Atender con solicitud la potenciación de las empresas recuperadas y administradas por los trabajadores a partir de la crisis del 2001. Apoyo decidido a toda otra forma de desarrollo de la iniciativa plural de nuestro pueblo trabajador.

Desde estas orientaciones generales, creemos importante reflexionar sobre caminos que nos conduzcan a modernizar el sistema productivo, a impulsar un sólido plan de obras públicas y a recuperar la plena  capacidad de decisión nacional sobre las palancas claves de la economía.

 No creemos conveniente regresar a la desgastada receta de "enfriar" la economía reduciendo el gasto público y el consumo a través de la pérdida del poder adquisitivo del salario real: de ese modo no se supera la crisis sino que se abre paso al discurso de los sectores dominantes que siempre recurren a la misma medicina y hoy tratan de articular una derecha opositora que ya no aplicará el neoliberalismo de los 90, sino un proyecto aun más expoliador, hambreador y violento en función de la crisis global del capital.

 La integración latinoamericana, la ampliación del mercado interno por la vía de la distribución de la riqueza, la recuperación del patrimonio nacional constituyen, a nuestro entender, el núcleo de un programa de acción que debería surgir del debate democrático y plural, entre todos los que están comprometidos con una salida nacional, popular y antiimperialista a la crisis mundial que nos golpea.

 Estamos ante la oportunidad histórica de superar las divisiones estériles y secundarias que han impedido, una y otra  vez, la elaboración de un programa común que sea la base de una fuerza popular, nacional, patriótica y antiimperialista cuyo objetivo sea la concreción de una alternativa de gobierno y de poder para alcanzar la libertad, la dignidad y el bienestar que nuestro pueblo merece.

 El discurso de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner al inaugurar las sesiones legislativas 2009 es un aporte positivo e interesante en esa dirección. Muchas fuerzas políticas y sociales y personalidades tienen elaboradas también importantes propuestas.

 Lejos estamos de considerarnos los dueños de una verdad absoluta. Por ello estamos  preparados para escuchar otros conceptos y propuestas para que conjuntamente podamos encontrar los mejores caminos.

                                                                                                                       

                                                                                                                           Buenos Aires, marzo de 2009

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